En la comarca de Los Monegros, considerada el desierto olvidado de España —a un paso de la ciudad de Zaragoza—, se encuentra Leciñena, municipio zaragozano que cuando llega el 15 de Marzo, celebra las Fiestas de la Venida de la Virgen; festejos pequeños también conocidas como Fiestas de Marzo.
Estos festejos son los de carácter más tradicional que celebran l@s leciñenenses. Son cinco días de fiestas en los que destacan, de programa de actos, la representación del dance, recuperado en los años 80 del pasado siglo, además de bailar y cantar las famosas seguidillas de Leciñena.
También, el 15 de Marzo, día grande de las fiestas, en recuerdo de la fecha en que según la tradición se inició la devoción por la Virgen de Magallón, se sube en romería a su impresionante Santuario, que vigila a la localidad y a las vecinas desde época medieval y donde, en la actualidad, parte de sus dependencias acogen un albergue.
En este espacio mariano, al mediodía, se celebra la eucaristía, se realiza la ofrenda y se baila el tradicional 'El Dance'. Por la tarde se cantan y bailan las seguidillas populares, para a continuación participar en la verbena popular con orquesta, finalizando la jornada con la típica merienda-cena.
En el resto de días de festejos no faltan los elementos propios de fiestas, como orquestas, actividades y espectáculos para los más pequeños, comparsa de cabezudos, bingo, discomóvil...
En septiembre, en torno al día 8, tienen lugar las Fiestas Mayores, también en honor a la Virgen de Magallón, con una intensa semana de actos que se viven eminentemente en la calle, abiertas a la participación de todo el pueblo, donde encontramos verbenas, folklore, comidas multitudinarias, vaquillas, toros de fuego, cucañas, actividades deportivas, las rondas por las numerosas peñas y más cosas se suceden a lo largo de cuatro largas jornadas .
Las tradiciones dan a las Fiestas de Marzo de Leciñena un significado especial y un motivo por el que sentirse orgullosos.
La seguidilla de Leciñena
La seguidilla es un canto y baile de música profana, que cayó en desuso en Aragón en el siglo XIX ante la difusión de la jota.
Que se conserve en Leciñena este ritmo es una particularidad en el folclore aragonés y se debe, sin duda, al hecho de que el ritmo se transformara en la localidad en un canto en honor a la Virgen de Magallón.
En las seguidillas de Leciñena se alaba a Nª Sª de Magallón como madre constante, protectora en estos montes pero también en los mares, y en general en toda la tierra, amparo y consuelo de los hijos de Leciñena y de los comarcanos. Todo lo relacionado con ella merece en las sucesivas estrofas los epítetos más positivos: el monte escogido, así como el templo en que se instaló, son preciosos, la imagen brilla, el santuario relumbra, el pueblo en que se instaló es dichoso, el día en que apareció hermoso...
Publicado en lecinena.es
El Dance de Leciñena
El Dance consta de tres partes, la Pastorada, los Dichos y las Mudanzas. La Pastorada se inicia con el Mayoral y el Rebadán orando a la Virgen, y mientras el Rebadán se propone ir a las fiestas del pueblo se acercan los danzantes para honrar a la Virgen. El Diablo trata de impedirlo, pero el Rebadán logra burlarlo, iniciándose así los Dichos, en los que los danzantes relatan la historia de la aparición en Leciñena de Nª Sª de Magallón. Tras cada Dicho el danzante debe a su vez escuchar una copla burlesca del Rebadán. Posteriormente los danzantes bailan cuatro mudanzas, con música interpretada por dulzaineros y tambor, dando paso al Diablo que esta vez dirige sus burlas a cargos públicos, instituciones, establecimientos...
El Dance se ha representado intermitentemente, siendo quizá la etapa más duradera la que se inició en 1983, año desde el que se ha representado casi sin interrupción. Jerónimo Borao compuso un texto en 1837. Se sabe que un Dance diferente se representó alrededor de 1870, sin Diablo, se interpretó nuevamente en 1926 con un texto completamente renovado, esta vez con Diablo, se repitió en 1928, con dieciséis danzantes y música interpretada con clarinete, trompeta y tambor, y luego en 1950, sin Diablo y con doce danzantes, y 1951 nuevamente con Diablo. En 1983 se cumplían setecientos años desde el inicio de la devoción por Nª S de Magallón en Leciñena, lo que animó a recuperar el Dance adaptando los textos de 1926 y 1950, y renovando los trajes con diseño del modisto Antonio Marcén Arroyos.
Publicado en lecinena.es
¿Y por qué el pueblo de Leciñena profesa devoción a la Virgen de otro pueblo, Magallón?
Cuenta la leyenda que la noche del 15 de marzo de 1283 se ausentó la Virgen de la Huerta de su ermita en el pueblo de Magallón y fue llevada por los ángeles hasta el monte de Leciñena, donde se apareció al pastor Marcén entre resplandores y luces, mandándole que fuese al pueblo y contase la divina voluntad de que allí edificasen una ermita en su honor.
No creyeron los de Leciñena la noticia transmitida por el pastor pero su rebaño, arrastrado por una fuerza sobrenatural, trepó hasta el lugar y para que creyesen al pastor, según cuenta el P. Faci, 'le dio el mismo señal que el año 1269 había dado al pastor Pedro Nobes, apareciendo en un olivo cerca de la villa de Estercuel y fue que el pastor tenía la mano derecha tan pegada a la mejilla derecha que ningunas fuerzas fueron bastantes para apartarla'.
Rindiéndose a la evidencia, los leciñenses construyeron la ermita. La fama del suceso llego a Magallón que inmediatamente reclamó la devolución de la imagen, trasladándola al santuario de Nuestra Señora de la Sagrada de Monzalbarba. Pero nuevamente volvió la imagen por sí sola al lugar de la aparición y de nuevo se trasladó esta vez a la iglesia del Portillo de Zaragoza, repitiéndose el prodigio y volviendo a Leciñena. Aún hubo un tercer intento de contradecir la voluntad de la Virgen y la imagen fue trasladada al Pilar. Pero la Virgen volvió por tercera vez a su ermita y allí quedó.
Publicado en lecinena.es
Santuario de Nuestra Señora de Magallón
En un montículo entre Leciñena y la Sierra de Alcubierre se levanta este remozado santuario de grandes proporciones. El lugar tuvo culto desde antiguo, enclavado junto a un camino jacobeo que llegaba desde Cataluña a Zaragoza.
La leyenda cuenta como la Virgen, despechada por las muertes que se habían producido en el vecino pueblo de Magallón, decidió trasladarse a este lugar, apareciéndose al pastor leciñenense Marcén, que dio aviso al pueblo. Tras varios intentos de ubicación, la imagen manifestó el lugar exacto donde quería ser venerada.
La construcción se hizo en fases diferenciadas: la parte oeste se dedicó a caballerizas y estancia de los romeros (hoy continúa la tradición como establecimiento hostelero). La entrada hacia la iglesia se realiza por una escalinata que culmina en la entrada del templo. Este es de planta rectangular con bóveda de lunetos, de traza muy típica del siglo XVIII, al igual que la imagen de la Virgen que se venera en su camarín, escoltada en el altar mayor por dos cráteras.
El santuario fue siempre muy visitado, sobre todo por quienes atribuían a sus aires cualidades curativas. Su posición estratégica sobre la vía monegrina y frente a la Sierra, provocó su uso como fortaleza, cárcel y acuartelamiento en las guerras napoleónicas y en la del 36.
Anejos al edificio quedan los restos de un pozo de hielo y, frente a la entrada, un grandioso aljibe de 1560 que recogía el agua de lluvia de los tejados y la acopiaba para saciar la sed.
Se celebran aquí varias fiestas y romerías como la Batalla del Llano, los dances de embajadores de Robres, en mayo, de donde también es patrona, y los dances de Leciñena el 15 de marzo, fecha de su traslación milagrosa.
Publicado en desdemonegros.com
Programa de actos - Año 2024
"